Es complicado abstraerse -en una ciudad como la nuestra- al enfervorizado ritual de legar la maneras de sentir y vivir nuestras pasiones a las generaciones que nos suceden.
El plácido letargo que acuna al infante le sumerge en un sueño que, no sabemos si le podría llevar a imaginarse cómo debe ser participar con un cirio junto al Señor de la Ventana, o revivir los éxitos que en aquellos tiempos laureaban el corazón de Nervión.
Sevillista y cofrade: pasiones desde la cuna.
Foto: José Mª- Garrido. Martes Santo 2005
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