El Cristo de la Providencia el Sábado Santo de 2010, en el que recuperaba su policromía tras la magnífica restauración a la que fue sometido.
Déjame abrazar tu cuerpo y asirlo junto a mi pecho, que bese tu cabellera y tus mejillas trigueñas, quiero sentir tu calor, ese del último aliento, que se alivien mis dolores de este frío desgarrador en que me estoy consumiendo.
Texto Irene Gallardo, extracción del Blog: La Vicaría de Pepe
Ahí las llevas...
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