Posiblemente hayas salido de casa y antes de ir a laborar, pasaste por uno de los lugares que hoy son epicentros de la fe, la devoción, el consuelo, y la Esperanza. Quizás esas mismas labores no te permitan ir hasta la tarde, o lo hagas en otras jornadas si no te adelantaste ya. Hoy es cita grande en la Muralla, en la calle Larga, o en la vieja Parroquia iluminada de candelas en la fría noche de la víspera verde . También lo es en la histórica Ronda y en el interior del casco viejo, donde la que sana las heridas del alma, tendrá su particular botiquín para curarnos esas que no deben dejar secuelas. Serán millares de besos depositados en las manos de Ellas, llegados desde cualquier lugar. Da igual cuando y cómo llegues. A las puertas de la Esperanza llegarán con sus babis del colegio, o portando esa carpeta de la facultad, repleta de fotos plastificadas; con la cartera de cuero llena de documentos o hasta el mismo pc que se convierte en disco duro de su memoria. Se abrirán las puertas para recibir a quienes a diario si que están con Ella, llueva o ventee, reviente el mercurio la canícula, o se padezca éste frío que al llegar bajo su mirada se hace cálido. Tirarán un día más de su carrito de la compra, tras esa visita al mercado, donde comprueba cuan difícil es ésta cuesta de enero anticipada que nos cae a plomo desde hace meses y que parece empinarse como la del Bacalao cuando esas traseras de arte empujan para sobrellevar el esfuerzo conjunto. Llegarán a pie muchos de ellos recordando las calles de su infancia que un tiempo pasado les obligó a buscar refugio en esos barrios de hormigón y comodidades antes deseadas, pero que tan lejos les hacen estar de su devoción íntima; o en el bus , armados con su carné de mayores en mano, soñando paseos de épocas venidas a menos.
Todos con un sólo objetivo. Besar las manos de La Esperanza, buscando aquello nunca perdido, siempre encontrado, permanentemente anhelado.
Pero no sólo en los templos de la fe está La Esperanza. Posiblemente no repares en ello, pero está en tu cotidiana vida, en esa estampa sujeta con un amarillento fixo en la caja del supermercado del barrio; en un calendario en la oficina, en ésa caja de mantecados recién estrenada, o en el fondo de pantalla de tu ordenador. Muéstrate ojo avizor, y verás como se encuentra en más lugares de los que piensas o podamos escribir (mesita de noche, medalla al cuello, salpicaderos de un taxi ....) todos tenemos La Esperanza como faro y destino.
No se compra ni se vende. La Esperanza la reparte Ella, bajo palio o en su camarín, en su Altar, o a ras de suelo; basílica, capilla, parroquia, iglesia, paso,o en un beso en la palma de la mano tras tocar su manto, quizás en esa vieja flor seca que te regalaron y que conservas entras las páginas de un libro.... sólo has de buscarla y esperar en la Esperanza, que allí está Ella para derramarla.
Hoy, al igual que ayer y mañana, podremos verla en los cabeceros de una cama de hospital, exvotos de la fe , que basados en la Esperanza, rogamos por que no los desampare. Ruega por ellos y por nosotros Santa Madre de Dios, y Esperanza Nuestra.
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