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La cofradía del Polígono creará una casa de acogida para presos
La hermandad quiere que el edificio se destine a los reclusos que disfrutan de permisos carcelarios y que no tienen familia ni domicilio para reisentarse en la sociedad
Diego J. Geniz | Actualizado 30.01.2008 - 05:03Dar acogida a los presos que no tienen familia ni domicilio y ayudarles a reinsertarse dignamente en la sociedad. Se trata del objetivo que se ha marcado la hermandad del Polígono de San Pablo a través del ambicioso proyecto de obra social que viene fraguando desde hace prácticamente un año: una casa de acogida para los reclusos que han cumplido la mayor parte de su condena y que disfrutan de permisos carcelarios, para que cuando obtengan la plena libertad no se encuentren sin medios ni instrumentos para "socializarse".
El impulsor de la iniciativa es Pedro Fernández Alejo, párroco de San Ignacio de Loyola -sede canónica de la hermandad- y director de la Pastoral Penitenciaria. Según señala, hace más de un año mantuvieron una reunión informal en el Arzobispado, donde pusieron en conocimiento del cardenal la intención de hacer una obra social que fuera destinada a los presos, al pertenecer esta corporación a la orden trinitaria, siempre vinculado a la asistencia a los reclusos.
Desde aquel momento se han ido definiendo algunos puntos del proyecto que se presentará en junio en el Arzobispado. Para la redacción del anteproyecto se ha creado una comisión formada por miembros de las distintas corporaciones implicadas en la habilitación de esta casa de acogida, que cuenta con la participación de la Pastoral Penitenciaria, la ONG trinitaria Pro-Libertas, las hermandades del Polígono de San Pablo y la Trinidad, y la orden trinitaria.
Aunque todavía no existe una previsión de inversión al respecto, sí se tiene claro que la nueva casa de acogida se habilitará dentro de las dependencias de la propia parroquia de San Ignacio de Loyola, donde también las posee la corporación que realizará este año su primera estación de penitencia a la catedral el Lunes Santo. Es por ello que ya se ha contactado con un gabinete de arquitectos que serán los encargados de adecuar el espacio construido para instalar esta casa de acogida.
Esta instalación -de carácter altruista- tendrá cabida para un número máximo de siete presos y funcionará de forma rotatoria. Pedro Fernández explica que lo que se persigue es que el preso que haya cumplido la mayor parte de su condena y obtenga un permiso carcelario no se encuentre en la calle "sin familia ni casa donde lo reciben". Se iniciaría "un proceso de socialización" que culminaría con la obtención del tercer grado para el recluso. "La intención última es que cuando abandone la cárcel tenga recursos propios para integrarse en la sociedad", señala el director de la Pastoral Penitenciaria.
Para lograr que el preso encuentre los instrumentos considerados necesarios, la comisión encargada del proyecto contará con un grupo de educadores y asistentes sociales -que suelen trabajar en prisión- que acompañarán en todo momento al residente e intentarán encontrar una vía para un desarrollo laboral en el futuro.
Para Manuel Márquez, hermano mayor del Polígono de San Pablo, la hermandad desde que se fundó siempre ha estado implicada en el barrio y "está muy ilusionada con este proyecto", desde que el párroco les invitó a participar.
En la actualidad existe una casa de acogida de similares características en Nervión, pero se encuentran en régimen de alquiler, por eso fue idea del párroco que la hermandad liderase el proyecto estableciendo esta residencia junto a la sede canónica donde se veneran sus titulares.
Precisamente la labor social ha sido una constante en este hermandad desde su fundación. Por este motivo el año pasado recibió un reconocimiento del distrito por la constante atención que presta a los vecinos del barrio.
Esta iniciativa viene a confirmar la tendencia actual en las hermandades que han apostado por una nueva dimensión pasando desde la tradicional bolsa de caridad a la asistencia social.
El impulsor de la iniciativa es Pedro Fernández Alejo, párroco de San Ignacio de Loyola -sede canónica de la hermandad- y director de la Pastoral Penitenciaria. Según señala, hace más de un año mantuvieron una reunión informal en el Arzobispado, donde pusieron en conocimiento del cardenal la intención de hacer una obra social que fuera destinada a los presos, al pertenecer esta corporación a la orden trinitaria, siempre vinculado a la asistencia a los reclusos.
Desde aquel momento se han ido definiendo algunos puntos del proyecto que se presentará en junio en el Arzobispado. Para la redacción del anteproyecto se ha creado una comisión formada por miembros de las distintas corporaciones implicadas en la habilitación de esta casa de acogida, que cuenta con la participación de la Pastoral Penitenciaria, la ONG trinitaria Pro-Libertas, las hermandades del Polígono de San Pablo y la Trinidad, y la orden trinitaria.
Aunque todavía no existe una previsión de inversión al respecto, sí se tiene claro que la nueva casa de acogida se habilitará dentro de las dependencias de la propia parroquia de San Ignacio de Loyola, donde también las posee la corporación que realizará este año su primera estación de penitencia a la catedral el Lunes Santo. Es por ello que ya se ha contactado con un gabinete de arquitectos que serán los encargados de adecuar el espacio construido para instalar esta casa de acogida.
Esta instalación -de carácter altruista- tendrá cabida para un número máximo de siete presos y funcionará de forma rotatoria. Pedro Fernández explica que lo que se persigue es que el preso que haya cumplido la mayor parte de su condena y obtenga un permiso carcelario no se encuentre en la calle "sin familia ni casa donde lo reciben". Se iniciaría "un proceso de socialización" que culminaría con la obtención del tercer grado para el recluso. "La intención última es que cuando abandone la cárcel tenga recursos propios para integrarse en la sociedad", señala el director de la Pastoral Penitenciaria.
Para lograr que el preso encuentre los instrumentos considerados necesarios, la comisión encargada del proyecto contará con un grupo de educadores y asistentes sociales -que suelen trabajar en prisión- que acompañarán en todo momento al residente e intentarán encontrar una vía para un desarrollo laboral en el futuro.
Para Manuel Márquez, hermano mayor del Polígono de San Pablo, la hermandad desde que se fundó siempre ha estado implicada en el barrio y "está muy ilusionada con este proyecto", desde que el párroco les invitó a participar.
En la actualidad existe una casa de acogida de similares características en Nervión, pero se encuentran en régimen de alquiler, por eso fue idea del párroco que la hermandad liderase el proyecto estableciendo esta residencia junto a la sede canónica donde se veneran sus titulares.
Precisamente la labor social ha sido una constante en este hermandad desde su fundación. Por este motivo el año pasado recibió un reconocimiento del distrito por la constante atención que presta a los vecinos del barrio.
Esta iniciativa viene a confirmar la tendencia actual en las hermandades que han apostado por una nueva dimensión pasando desde la tradicional bolsa de caridad a la asistencia social.