Foto Lorenzo Ruiz
DENOMINADO genéricamente como «el día más joven» sin serlo más que por la juventud de la mayoría de sus hermandades, el lunes Santo ha aparecido en las últimas semanas como nominadas para crecer con una nueva cofradía. La referencia no es hablar por hablar. El lunes, junto con el miércoles y el sábado son barajados por el establishment del Consejo como jornadas en las que las dos nuevas corporaciones podrían encontrar un hueco. Después, y a raíz de la «guerra de las mitades» se quiso generalizar toda la Semana Santa como susceptible de ampliar, pero seriamente sólo se ha pensado en los tres días antes citados. De los tres, el Lunes Santo es el que encajaría con mayores problemas la presencia de nuevos pasos. «No es cuestión de ser solidarios -dijo un hermano mayor- sino de la complejidad técnica del día y sobre todo de los que puede venir en el futuro». Y es cierto. El Lunes Santo es una jornada que ha crecido por encima de la media en los últimos años. Ello se debe al espectacular sprint de San Gonzalo, al alza sostenida de Santa Genoveva y al boom que ha experimentado en los últimos años La Redención. Esta hermandad del Beso de Judas amortigua su incremento llegando antes a La Campana, cosa que no podría hacer si le ponen por delante al Polígono. Pero hay más. Santa Genoveva no podría llegar antes de lo que llega a la Carrera Oficial salvo que sus nazarenos no desayunaran y se fueran directamente de la cama a la Parroquia. Y a San Gonzalo -el Gran Poder blanco por la apretura de sus filas-no se le puede pedir más. Si en lugar de adelantar, al estratega del Consejo le diera por atrasarlo todo, veríamos al Museo inaugurar una nueva y segunda madrugada, si es que no la ha inaugurado ya. Sí, ya sé que se pueden esgrimir conceptos como solidaridad, sacrificio, camaradería. Pero el lunes ya sabe bien de todo ello. Claro que aún nos queda otra opción. Que el Polígono, hermandad con perspectivas de crecimiento evidentes, se coloque la primera y vaya adelantando su hora de entrada en la Carrera en función del número de nazarenos.
Estaríamos planteando ya un Lunes Santo que de aquí a diez años comenzaría a las cuatro de la tarde en la Campana. Y para llegar a las cuatro, podríamos imaginarnos a la hora que tendrían que salir. Parece que no: que el lunes no es el mejor de los días para, a los problemas que ya tiene, sumarles uno nuevo.
DENOMINADO genéricamente como «el día más joven» sin serlo más que por la juventud de la mayoría de sus hermandades, el lunes Santo ha aparecido en las últimas semanas como nominadas para crecer con una nueva cofradía. La referencia no es hablar por hablar. El lunes, junto con el miércoles y el sábado son barajados por el establishment del Consejo como jornadas en las que las dos nuevas corporaciones podrían encontrar un hueco. Después, y a raíz de la «guerra de las mitades» se quiso generalizar toda la Semana Santa como susceptible de ampliar, pero seriamente sólo se ha pensado en los tres días antes citados. De los tres, el Lunes Santo es el que encajaría con mayores problemas la presencia de nuevos pasos. «No es cuestión de ser solidarios -dijo un hermano mayor- sino de la complejidad técnica del día y sobre todo de los que puede venir en el futuro». Y es cierto. El Lunes Santo es una jornada que ha crecido por encima de la media en los últimos años. Ello se debe al espectacular sprint de San Gonzalo, al alza sostenida de Santa Genoveva y al boom que ha experimentado en los últimos años La Redención. Esta hermandad del Beso de Judas amortigua su incremento llegando antes a La Campana, cosa que no podría hacer si le ponen por delante al Polígono. Pero hay más. Santa Genoveva no podría llegar antes de lo que llega a la Carrera Oficial salvo que sus nazarenos no desayunaran y se fueran directamente de la cama a la Parroquia. Y a San Gonzalo -el Gran Poder blanco por la apretura de sus filas-no se le puede pedir más. Si en lugar de adelantar, al estratega del Consejo le diera por atrasarlo todo, veríamos al Museo inaugurar una nueva y segunda madrugada, si es que no la ha inaugurado ya. Sí, ya sé que se pueden esgrimir conceptos como solidaridad, sacrificio, camaradería. Pero el lunes ya sabe bien de todo ello. Claro que aún nos queda otra opción. Que el Polígono, hermandad con perspectivas de crecimiento evidentes, se coloque la primera y vaya adelantando su hora de entrada en la Carrera en función del número de nazarenos.
Estaríamos planteando ya un Lunes Santo que de aquí a diez años comenzaría a las cuatro de la tarde en la Campana. Y para llegar a las cuatro, podríamos imaginarnos a la hora que tendrían que salir. Parece que no: que el lunes no es el mejor de los días para, a los problemas que ya tiene, sumarles uno nuevo.